Cristina…
Cuando escucho tu voz, escucho las voces de miles de mujeres que permanecieron silenciadas durante mucho tiempo.
Cuando veo tus lágrimas, siento tu dolor y el dolor de todas las mujeres a lo largo de la historia.
Tus lagrimas son nuestras lagrimas y tus sonrisas nuestras sonrisas.
Cuando observo tus gestos, te siento tan cercana, será tal vez porque pertenecemos a la misma generación, aquella de los 70, donde todos teníamos sueños de construir un país mejor, donde creíamos que las utopías podían cumplirse, donde amábamos y nos entregábamos con pasión.
Cuando te miro, siento que podes representarnos a todas las mujeres que estuvimos invisibilizadas durante largo tiempo.
Cuando te veo entre las multitudes que te aclaman, creo que viniste para sanar las heridas abiertas que teníamos, para dignificar a los argentinos a través de la justicia social, para combatir las discriminaciones de cualquier tipo, para generar un modelo de inclusión con justicia y equidad.
Cuando te escucho decir que los pueblos que no interpelan su historia no tienen posibilidad de futuro, me digo a mi misma, todo esta guardado en la memoria, con verdad y justicia.
Simplemente, fuerza y gracias Cristina.